miércoles, 23 de diciembre de 2015

Huellas

Los besos que se hacen suspiro, recuerdos que se cuelgan entre nostálgicos eneros. Diciembres que no terminan de decir adiós.

Prendidos al infinito quedan los últimos rayos del atardecer aferrados al crepúsculo de un tiempo que se hace pasado, caricias que acompañan a quién se fue. El eco de la risa del niño que se vuelve hombre sin saber, sin querer.

Se escribe por lo quees y pronto será un "lo que fue", espejismos del pasado aferrado al presente... Tiempos de cuerda locura y girar sin dirección, de pulmones bien llenos y rodillas raspadas, de un juego serio y jugar con la seriedad. Se mira al futuro por los que quedan y porque se debe, con ñañaras de decir mañana porque viene y se va y cosquilla en las entrañas de decir ayer porque ya paso y no se puede.

Se vale recordar (te) (se). Se vale no decir adiós cuándo se despide de todo el bagaje que va quedando atrás aunque no se quiera. ¡Qué se yo de despedidas sino más de lo que nos toca desprendernos!

Nos toca sonreír a las risas que quedan clavadas en el pecho. Sentir las huellas del colchón de tu pecho y los gemidos sonoros en silencio.

Me puedo soñar y recordar en el mismo instante que pasa sin que pese si es breve, que ganas que te fueras con tus dramas y tus pinches desvelos, que te acabaras en tus porquerías y... Quisiera que no dejaras en mi cama las huellas de la vida que se fue y tuvimos. Qué no transformaras en delirios los ojos penetrantes que ven al alma al hacer el amor, que las risas no fueran sonrisas ni las voces ecos, que no te llevaras a quienes no se quedaron. A los amigos que eran los de siempre pero no para siempre. 

Los capítulos cerrados solo valen por sus anécdotas, los besos que se dieron y las huellas porqué no hay de otra. Cicatrices del tiempo, de tiempos que anhelamos, que extrañamos aún cuando no los pensamos. Huellas eternas de lo que fue y lo que vendrá. Expectante estoy.

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