martes, 9 de febrero de 2016

Manual para decir adiós

El corazón que se estruja... y por una enésima no hay nada más poderoso.

Decir adiós es dejar de aferrarse a esperanzas perdidas y un volveré que nunca regreso,
desbaratar un castillo de naipes con el suspiro más letal,
cinco letras que cortan a través del todo hacia la nada, un cuerpo que colapsa.
Cantinas llenas de seres sin vida, altares rotos y amantes sin pasión.

Es los besos a la nada y el abrazo tierno a la ausencia,
lo que era que y dejo de ser, lo que fue y termino; futuros borrados llenos de abogados.
La conjugación imposible del tu y yo a futuro, el pretérito imperfecto autoimpuesto.
Las marcas que se secan del pecho, el colchón desierto,
el eco de su voz en la habitación vacía por desalojo en el corazón.

La nostalgia en casa de la abuela, la risa de tu padre... el sonido del después.
Lo que las rosas no compensan, ni mil pésames te dicen.
Melodías sin ritmo, sínfonias distorsionadas.

¿Cómo decir adiós?
Con todos los fragmentos del corazón, con cada vocalización de la voz rota.
Se dice adiós con los destellos de un alma herida.
Con las notas de la melodía más triste del mundo... con las letras más abandonadas,
con un beso en la frente y los ojos llorosos.
Se dice adiós sentenciando al pasado al presente,
con la frente en alto y el pecho ametrallado,
se dispara al olvido con un vaso de whisky soltando el aliento que te sobra,
se apagan los besos que queman con el sollozo que expira su nombre.

Se dice adiós con todo lo que fuiste, con lo que te queda. Con lo que pudo ser y no será.
Se dice adiós para poder saludar mañana, el adiós es el primer paso fuera del ayer.
Es reconocer que acabo, que te espera del otro lado, es la medida precautoria del luto,
la piadosa misericordia del tiempo que te lo arrebata.

Se dice adiós para que se acabe, para que no termine, para tener el finiquito de la vida.
Se dice adiós con ganas que cicatrice lo que hoy sangra, que las lagrimas se sequen,
con la solemne convicción de curarse y quitarse las crudas del ayer.
Para que el cobarde se haga valiente y el don nadie se vuelva el héroe de su propia historia.
Dices adiós con la agridulce nostalgia.
Se dice con la estela de tu cuento al tiempo, con la suma de tus glorias y la resta de tus penas.
Se dice adiós sin manual que cuente, sin cuenta que pagar... y todas las cuentas a saldar del mundo.
Se dice para vos, para ellos, para todos.
Se dice adiós... para volver a comenzar.