Sale condensado a
contraluz el aliento de un campesino, mientras de fondo se escucha la melodía
de gallos cantándole a los primeros rayos de sol, esos que se filtran entre las
hojitas de la milpa, intentando romper la monotonía del frío de la madrugada
penumbral.
El obrero
laborioso, se dispone ya a caminar junto a tantos otros a trabajar las mismas tierras que eran
de sus padres, que ahora, le pertenecen a un saco y una corbata, al lenguaje
técnico y una hojita de papel inescrupulosa que dice poco menos que su vida es
propiedad de aquel quien no entiende si lo que se le dice no lleva el signo de dolar enfrente, de quien no ha visto la maravilla de la vida en
un campo vacío, de quién no ha visto la belleza del rocío deslizandose entre las hojas de un pino, o la bruma de un bosque a contraluz, quien no despierta escuchando el canto de los pajaritos por
escuchar centavos contando, de quién pone precio a los sueños, quién disfruta a
costas de quién carga sobre sus hombros sus pies para que no se ensucien sus
zapatos de marca italiana; parten ahora los jornaleros a
trabajar la misma tierra de sus padres que ha de mal alimentarlos.
Sus manos duras y callosas por arrastrar un rústico azadón de sol a sol se apresuran a despedirse de su mujer preñada y sus cuatro críos, doblando el espinazo para besarles la frente antes de partírselo al calor solar, sus pies casi desnudos se arrastran pesados sobre los guijarros, el único quejido que se escucha sin embargo, es el de la mente, de la mente que sueña inocente, inocentes seres con la piel del color de la tierra de mi patria, los únicos quejidos son los del alma que espera algo mas que brazos cansados y ollas de barro con mas agua que frijoles para sus hijos, una idea, el ideal contagiado, malogrado, pintado de rojo, teñido como todo de intereses personales demasiado complejos y macabros para ser tramados por un jornalero que solo gasta su voz repitiendo en corito que esto tiene que cambiar, claro soñar no cuesta nada, apenas un poco menos que una bala asesina, soñar cuesta todo…
A lo lejos retumba algo. No se escucha bien qué es…
Sus manos duras y callosas por arrastrar un rústico azadón de sol a sol se apresuran a despedirse de su mujer preñada y sus cuatro críos, doblando el espinazo para besarles la frente antes de partírselo al calor solar, sus pies casi desnudos se arrastran pesados sobre los guijarros, el único quejido que se escucha sin embargo, es el de la mente, de la mente que sueña inocente, inocentes seres con la piel del color de la tierra de mi patria, los únicos quejidos son los del alma que espera algo mas que brazos cansados y ollas de barro con mas agua que frijoles para sus hijos, una idea, el ideal contagiado, malogrado, pintado de rojo, teñido como todo de intereses personales demasiado complejos y macabros para ser tramados por un jornalero que solo gasta su voz repitiendo en corito que esto tiene que cambiar, claro soñar no cuesta nada, apenas un poco menos que una bala asesina, soñar cuesta todo…
A lo lejos retumba algo. No se escucha bien qué es…
Algunos días
atrás a kilómetros de allí, a mundos de distancia en una oficina cubierta de
cedro y sobre su sillón mullido cubierto de piel, dos manos se aprietan...Han
llegado a un acuerdo, los zapatos de satín se sirven otro trago de whiskey
inglés mientras un subordinado recibe la orden macabra tejida por seres que no
me atrevería a llamar insectos por temor a darles un honor que no merecen. La orden
se ha de ejecutar, las balas han de tronar, el jornalero debe empezar a trabajar, el jornalero debe
dejar de cuestionar, el jornalero debe dejar de soñar.
Se escuchan los
pesados motores impulsados por más prejuicios que diesel, cargados de egoísmo y
llevando jornaleros de la muerte destinados a llevar a cabo su oscuro deber, ciegos,
sordos y mudos. Sus corazones llenos de ideas de defensa de la patria y
heroísmo, de falsos valores y de ideas tan macabras que parecen gestadas en
algún libro de Stephen King, ideas vendidas por un Norte distante “defendiendo”
de la amenaza comunista, protegiendo los grandes intereses, predicadas por el títere
en la oficina de cedro a un uniforme con unas cuantas estrellas que dirigen la
operación de limpieza, el sonido de los pollos y los pies descalzos da lugar a
los gritos de terror de las niñas tomadas a la fuerza, ultrajadas a los ojos
quebradizos de las madres agonizantes con el vientre abierto y las inocentes
criaturas con las cabecitas llenas de futuro vaciadas por el atronador sonido
silenciador de una bala misionera de un evangelio de muerte, solamente los
estallidos de pólvora acallan de a momento los gemidos de sufrimiento, la
agonía de un pueblo no la justifica nada… la agonía de este pueblo la justifica
el desarrollo y la competitividad, cada gota de sangre que alimenta la tierra
que vio sangrar sus padres ve ahora la sangre inocente de quien no se puede
defender derramada por quién se supone debía protegerlos, traicionados a plena
luz del día por quien debía ser la voz para los que callan, aplastados por el
sistema que cargan para que no se ensucie, victimas de la consigna de libertad
caen presos del dolor las viudas que corren a la montaña escondiéndose del
terror y llevando en las manos la sangre del jornalero trabajoso que sudo rojo,
las manos callosas y duras se ablandan
al tocar al ultrajado e inerte cuerpo de su esposa, las espaldas fuertes se
quiebran desde abajo con cada impacto de plomo que revienta en las entrañas, y
esos son los que tienen suerte, los que no sufrirán agoniosos las torturas
sádicas, o serán quemados y/o enterrados vivos, de pronto, todo queda en
silencio en cuestión de horas, los camiones regresan al infierno de donde
vinieron llevando algunas mujeres para entretenerse “al rato”. Colgando otra
mirada inocente, otra voz callada súbitamente en una fosa comunal, como quien
quisiera esconder las atrocidades que allí sucedían, las llamas presurosas
consumen lo que queda de aquel pequeño asentamiento roto, cómplices fuegos de esbirros
infernales.
Como te han
callado mi hermano, tu crimen nace nada mas en la idea de quién pretendía
cortar la raíz a lo que no entendían, presas inocentes del odio irracional a
quien contraviene el sistema que corrompe el alma, aquel que por unas monedas
vende el alma, no hay oro que valga la sangre del inocente. El supuesto de una
idea de contrainsurgencia a quien no ha disparado jamás una bala y solo ha
esgrimido el azadón y la pala, a quién solamente disparo semillas doradas a la
tierra negra mojada de lágrimas, los ideales son del poeta, de quién sueña, las
revoluciones de las mentes que entretejen un sistema, los sistemas del político,
la política de quién se corrompe, las luchas de quién pelea, las balas del que
dispara, jamás del jornalero.
Aquel día las voces
fueron acalladas, el jornalero no sueña
más.
Hoy el hombre de
la oficina y el hombre de las estrellas ríen, orinan al sistema de justicia
debilitado por intereses que corrompen a los hombres que venden sus escrúpulos.
Hoy el jornalero llora desde su tumba, hoy se niega tu sangre, hoy es momento de quitar la costra de la herida y limpiar la infección para empezar a depurar el sistema, dejar cicatrizar la herida hoy hay que ser la voz de los acallados y pedir justicia, porque hoy… el
jornalero no sueña más.
:D
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